Estas posturas invierten la acción de la gravedad sobre el cuerpo teniendo un efecto positivo sobre los procesos metabólicos e incluso sobre la manera de pensar.
A nivel emocional y físico influyen sobre los patrones de comportamiento y formas de ser arraigadas.
Cuando el cuerpo está en una asana invertida, la respiración se vuelve lenta y profunda y la sangre fluye fácilmente de regreso al corazón.
¿Qué beneficios nos aportan las posturas invertidas?
Mejoran la circulación de retorno, la sangre y la linfa acumuladas en las piernas vuelven a fluir con mayor facilidad ayudando a prevenir las varices en las piernas.
Aportan sangre nueva y oxigenada al cerebro, mejorando la concentración.
Aumentan la confianza en sí mismo, reducen la ansiedad y el estrés.
Nutren las células de todo el organismo.
El flujo de sangre más oxigenada ayuda al buen funcionamiento de la glándula pituitaria y por lo tanto de todo el sistema endocrino.
Activan las glándulas tiroides y paratiroides, que gobiernan el sistema inmunológico.
Algunas posturas invertidas y sus principales beneficios:
Sarvangasana - Postura de la vela
Tonifica el abdomen. Activa la circulación. Estimula la glándula tiroides. Tranquiliza la mente aliviando el estrés. Mejora la flexibilidad de las vértebras del cuello.
Halasana - Postura del arado
Fortalece los músculos abdominales y activa la digestión. Regula la glándula tiroides equilibrando el metabolismo. Activa el sistema inmunológico. Mejora el funcionamiento del hígado.
Sirshasana - Postura sobre la cabeza
Revitaliza todo el cuerpo y la mente. Alivia la ansiedad. Ayuda a corregir desórdenes nerviosos y glandulares. Alivia la tensión de la espalda.
Estas asanas se deben de practicar de manera correcta y con mucho cuidado, son prácticas muy enérgicas y se deben de practicar bajo supervisión de un instructor.